El conejo común o conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) es una especie de mamífero lagomorfo de la familia Leporidae, y el único miembro del género Oryctolagus. Está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Etimología
El término orycto viene del griego ορυκτό (oriktó, "desenterrado, fósil") y éste de ορύσσω (orisso,
"cavar"), haciendo referencia a las costumbres excavadoras
características de ésta especie en estado salvaje, mientras que el
término griego λαγός (lagos) significa estrictamente liebre.
Para descubrir el origen del nombre de la especie así como de su
nombre común hay que remontarse hasta algunos siglos antes de Cristo. El
conejo era un animal desconocido para los griegos y romanos de la Antigüedad que visitaron la Península Ibérica. El historiador griego Polibio (siglo II a. C.) lo describe por primera vez:
Su nombre vernáculo, conejo, proviene del término íbero (o "prerromano", según la Real Academia Española) kyniklos (κύνικλoς), que después derivó al término latino cuniculus, y al español conejo. En la actualidad, su área de distribución abarca el norte de África y toda Europa hasta Rusia,
siendo introducido en muchos lugares del continente con motivos
cinegéticos. A lo largo de la Historia también ha sido llevado al estado
de Washington (Estados Unidos), Chile, Sudáfrica y Australia, donde los conejos cimarrones se han convertido en la principal plaga del país debido a la ausencia de depredadores y competidores naturales
Comportamiento
El conejo es un animal gregario y territorial (territorios de menos
de 15 m², en ocasiones solo 1 ó 2). En óptimas condiciones de terreno y
alimento prefieren vivir en largas y complejas conejeras o madrigueras
En ellas habitan de 6 a 10 individuos adultos de ambos sexos. La jerarquía de dominancia es importante en los machos ya que establece quién tiene prioridad para el apareamiento.
Animal de hábitos nocturnos y crepusculares, se alimenta desde que
anochece hasta que amanece y pasa la mayor parte del día en sus
madrigueras.
Habitualmente son muy silenciosos pero emiten fuertes chillidos
cuando están asustados o heridos. Otros tipos de comunicación son los
olores y el contacto físico.
Ante la presencia de un potencial depredador permanece inmóvil
intentando pasar desapercibido antes de huir a la carrera hasta un
refugio. Este comportamiento provoca muchos atropellos, especialmente
durante la noche.
Golpean el suelo con sus patas traseras, y lo pueden hacer varias
veces dependiendo de lo exaltados que estén, cuando se enfadan, tienen
miedo o las hembras no se dejan cubrir durante la reproducción.
Alimentación
La abundancia de la especie, se basa, además de en su capacidad reproductora, en su condición de fitófago con doble digestión, asemejándose a los rumiantes. En efecto, el conejo practica la cecotrofia, de modo que las heces blandas (cecotrofos), ricas en bacterias y proteínas,
son reingeridas para un segundo tránsito digestivo. Estos excrementos
son más frecuentes por las mañanas, cuando los animales se encuentran en
reposo. Como otros lagomorfos, el conejo ha estado considerado mucho
tiempo como un rumiante, con los que no tiene ninguna relación; ello se
fundamenta en la observación del comportamiento del conejo, que pasa
largas horas removiendo las mandíbulas de derecha a izquierda. En
realidad, estos movimientos no se explican por la rumia
sino por la alimentación en dos tiempos. Primero, el conejo digiere la
hierba que consumió; la celulosa es digerida por las bacterias Anaerobacter a ácidos grasos
volátiles que sirven de nutrientes. Resulta de ello son los cecotrofos,
excrementos verde oliva, blandos y brillantes que el conejo toma de
salida del ano y vuelve a ingerir. Los excrementos finales del conejo
son de un marrón oscuro, más gruesos (7 a 12 mm de diámetro) y duros.
En general seleccionan plantas compuestas, leguminosas y gramíneas
vivaces de escasa talla y con tendencia a formar céspedes. En invierno
su régimen consta de tallos y cortezas de arbustos. Puede cavar la
tierra para encontrar raíces, semillas y bulbos; también es capaz de
escalar arbustos y matorrales para comer los más jóvenes retoños.
Un adulto consume de 200 a 500 gramos de plantas al día. Cuando los
conejos están presentes en densidad importante, su impacto sobre el
medio es importante: traban la reproducción de ciertas especies de
plantas pero también, en consecuencia, de animales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario